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Channel: Alejandra Pizarnik
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Ana María Barrenechea habla de Alejandra Pizarnik

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“En ese momento, aun cuando a veces tuviera dolores, sufrimiento, era capaz de olvidarlos y de sentir una especie de plenitud, de juego, de diálogo con los demás, de estar constantemente en el caso de la relación […], de estar constantemente trabajando sobre la palabra y la capacidad inventiva de la palabra. En ese sentido, yo no [había] tenido nunca una experiencia de relación de amistad profunda con alumnas mías que tuvieran una posibilidad creativa tan grande [como Alejandra] y que esa posibilidad creativa les diera, les abriera, caminos increíbles que les ofreciera el mismo lenguaje”, Ana María Barrenechea en Vértigos o la contemplación de algo que cae de Vanessa Ragone.

Primera parte de Vértigos o la contemplación de algo que cae:


***

En esta noche, en este mundo: micro del canal Encuentro

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"[...] no
las palabras 
no hacen el amor
hacen la ausencia
si digo agua ¿beberé?
si digo pan ¿comeré?
en esta noche en este mundo
extraordinario silencio el de esta noche
lo que pasa con el alma es que no se ve
lo que pasa con la mente es que no se ve
lo que pasa con el espíritu es que no se ve

¿de dónde viene esta conspiración de invisibilidades?
ninguna palabra es visible".



***
Video: micro del canal Encuentro, Argentina, realizado en honor a diversos escritores.
Texto: fragmento declamado en el micro, tomado del poema "En esta noche, en este mundo". En el enlace En esta noche, en este mundo, podés leer el texto completo.

Un poema de Cortázar para Pizarnik

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Alejandra
Puesto que hades no existe, seguramente estás allá,
último hotel, último sueño,
pasajera obstinada de la ausencia.
Sin equipajes ni papeles,
            Dando por óbolo un cuaderno
            o un lápiz de color.
            - Acéptalos barquero: nadie pagó más caro
el ingreso a los Grandes Transparentes,
al jardín donde Alicia la esperaba.
                       



***
Texto: este poema de Julio Cortázar fue publicado en la revista Desquicio, en el otoño de 1972, en París.
Imagen: libro Nombres y figuras con dedicatoria a Julio Cortázar por Alejandra Pizarnik.

La amistad entre Alejandra Pizarnik y Julio Cortázar en dedicatorias

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"A mi Julio, muchos besos en la frente, cerca de los ojos azules. (Te extraño). Tu amiguita dés lettres, Alejandra. Bs. As, 1969", en Nombres y figuras.
 ***


"A mis queridos Aurora y Julio, este pequeño Árbol de Diana prisionera —esta promesa de portarme mejor a partir de hoy —25 de febrero de 1963— y esta otra de hacer poemas más puros y hermosos —si me esperan.

Y sobre todo y ante todo un inmenso y minucioso abrazo (es decir: 2) de Alejandra", en Árbol de Diana.
***


"A Aurora y Julio con el amor infinito de Alejandra. Junio de 1965", en Los Trabajos y las Noches.
 ***



"Enero de 1967
Buenos mis [xxx]

Julio [el niño]
Aurora [la niña]
Alejandra [debajo de la tierra] a los 50 años (ej: 'la [xxx] au lit'y 'cantar del Tuyo Nod'

Besos infinitos a mis amiguitos Julio y Aurora y Aurora y Julio de su Alejandra

P.S. ¿Quién le teme al complejo de [xxx]?", en Noche compartida en el recuerdo de una huida.
***


"A Aurora,
a Julio,
con amor,
sin locura,
con hiedra,
sin piedra,
con brío y bravura,
que no locura,
con abrazo
no brezo
con 2 + 2= 43
un y dos
abrazos
y un barco fantasma pour aller à la campagne
et un rûe [xxx] e` éte´
et un autre par l'hiver
a [xxx] fait 2 reves (pas [xxx] du tent)

10/11/67

el 43 no es retraso es el ejemplar más pulcro y crocante como un  pull cuando vos en moto [xxx xxx xxx] Gabriela Mistral", en Extracción de la piedra de locura.
***


"Julio este textículo les parece joda. Solamente vos sabés que el más mínimo chiste se crea en momentos en que la vida est à l’auteur de la morte. Muy tuya Alejandra.

    Julio fui tan abajo. Pero no hay fondo
    Julio, creo que no tolero más las perras palabras
    La locura, la muerte. Nadja no escribe. Don Quijote tampoco.
    Julio, odio a Artaud (mentira) porque no quisiera entender tan sospechosamente bien sus posibilidades de la imposibilidad.

    PS
    Me excedí, supongo. Y he perdido, viejo amigo de tu vieja Alejandra que tiene miedo de todo salvo (ahora, oh Julio) de la locura y de la muerte. (Hace dos meses que estoy en el hospital. Excesos y luego intento de suicidio —que fracasó, hélas)

    PS En el hospital aprendo a convivir con los últimos desechos. Mi mejor amiga es una sirvienta de 18 años que mató a su hijo. Empecé a leer Diarios. Te apruebo mucho políticamente. Tu poema de Panorama es grande porque me hizo bien (lo leí en el hospital)", en La pájara en el ojo ajeno.



***
Imágenes: libros pertenecientes a la biblioteca de Julio Cortázar. Las fotografías fueron tomadas del Centro Virtual Cervantes.
Textos: transcripciones de las decicatorias de Alejandra Pizarnik realizadas por Blanca Berasategui, Centro Virtual Cervantes y alejandrapizarnik.blogspot.com

Diario de Alejandra Pizarnik: He releído mis poemas de los años 56 y 57.

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Lunes, 28 de diciembre [1959]

He releído mis poemas de los años 56 y 57. He adelantado notablemente. Me sorprendió el exceso de imágenes cursis y fáciles. Pero también me alegró reconocerlas ahora y considerarlas con una sonrisa conmovida y divertida. Non obstant, el misterio de mi quehacer persiste oculto: escribo poemas cuando ello o algo o alguien lo quiere. Así sucedía a los diez y siete años y así continúa.

El peligro de mi poesía es una tendencia a la disecación de las palabras: las fijo en el poema como con tornillos. Cada palabra se hace piedra. Y ello se debe, en parte, a mi temor de caer en un llanto trágico. Y también el temor que me provocan las palabras. Además, mi desconfianza en mi capacidad de levantar una arquitectura poética. De allí la brevedad de mis poemas.


***
Texto:Diarios de Alejandra Pizarnik, editorial Lumen.
Imagen: Alejandra Pizarnik, una biografía de Cristina Piña.

Revista Letral n.° 8: "Alejandra Pizarnik"

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Presentación

"El presente número de la revista Letral es un acercamiento a la obra de Alejandra Pizarnik, realizado con ocasión del cuarenta aniversario de su muerte. El monográfico se plantea en su conjunto como una revisión transatlántica de la poeta argentina, realizada por investigadores y poetas hispanohablantes desde diferentes horizontes europeos.

En la primera sección, varios artículos abordan de forma explícita la problemática transatlántica en la obra de Pizarnik. Luis Bagué plantea un estudio pormenorizado de las huellas de la autora argentina en la poesía española más reciente. Yo misma planteo los vínculos entre Pizarnik y las poetas argentinas de la generación inmediatamente posterior, atendiendo al mito romántico del doble, al personaje de Alicia y a su digestión del posthumanismo europeo. Sandra Buenaventura analiza el carácter antidóxico de la obra de Pizarnik, realizando un estudio transatlántico e interdisciplinar de la estructura de la reja modernista en las artes visuales y en la obra de la poeta argentina.

En la segunda sección, “Miscelánea”, se incluyen cinco artículos que profundizan en diferentes cuestiones específicas de la obra de Pizarnik. Catalina Quesada plantea una lectura del suicidio en la obra de la autora argentina recurriendo a un enfoque metatextual y retórico. María José Bruña analiza la contribución intencional de Pizarnik a la creación de su propio régimen aurático a través de sus textos autobiográficos. Alberto Santamaría propone un estudio de la estética romántica del Árbol de Diana desde el punto de vista de las relaciones entre poesía y filosofía. Sonia Fernández Hoyos lleva a cabo una lectura de la producción pizarnikiana desde la desmitificación de su leyenda, centrándose en la legitimación de su escritura en el proceso de enunciación. Sara Toro, por su parte, investiga la hibridación genérica y la articulación de una poética de la destrucción en La condesa sangrienta.

Para la sección “Transversales”, contamos con tres poemas de Mariano Peyrou, poeta nacido en Argentina y que vive en España desde su primera infancia. Añadimos, además, un artículo de Gonzalo Águila donde se analiza el carácter narrativo de la encuesta dialectal y una reflexión sobre la pregunta dialectal dentro de la Geolingüística.

Gabriela Poma Traynor evalúa en “Agentes culturales” una propuesta de intervención artística en El Salvador, a partir de una instalación lumínica en el volcán del Boquerón. A todo lo anterior, sumamos una entrevista a la poeta argentina Diana Bellessi y tres reseñas de poesía argentina publicada en España (dos poemarios y una antología)".

Erika Martínez, coordinadora del número 8, junio 2012.


Enlace a la edición completa: 



***

Antonio Requeni habla de Alejandra Pizarnik

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"Conocí a Alejandra Pizarnik cuando era una adolescente. Menuda de cuerpo, linda de cara, el pelo rubio y corto, y unos ojos claros llenos de deslumbramiento, en los que brillaba a menudo una chispa traviesa. Vivía entonces con sus padres en Avellaneda (es una calle de Buenos Aires) donde yo la visitaba en su cuarto atiborrado de libros (Nerval, Baudelaire, Rimbaud, Lautremont), papeles manuscritos con letra pequeña e infantil, reproducciones de motivos abstractos, afiches y collages, que ella misma componía haciendo gala de un humor tierno y corrosivo a la vez, en el que ya apuntaban signos de su futura personalidad». Continúa Requeni: «A pesar de algunas aproximaciones a grupos poéticos de vanguardia, Alejandra Pizarnik era una isla solitaria en nuestro ambiente literario, una personalidad aparentemente desprendida de su contorno social, sólo atenta a los propios ecos de su subconsciente, marcada con el sello (o el estigma) de una tremenda lucidez y desde el punto de vista literario, dueña de un notable rigor estilístico".




***
Texto: tomado de Centro Virtual Cervantes.
Imágenes: tomadas del documental Memoria iluminada del canal Encuentro.

Proyecto "Sólo un nombre": cuarenta traducciones para Alejandra Pizarnik en el cuarenta aniversario de su partida

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 * El proyecto "Sólo un nombre" fue publicado el viernes 21 de setiembre de 2012 en la revista digital Fronterad y puede ser consultado en el siguiente enlace: Fronterad: Sólo un nombre. Aprovechamos nuestro espacio para agradecer al señor Alfonso Armada, editor de Fronterad.



Proyecto Sólo un nombre
Cuarenta traducciones para el poema "Sólo un nombre" en el cuarenta aniversario de la muerte
de Alejandra Pizarnik

Por alejandrapizarnik.blogspot.com


                         La muchacha halla la máscara del infinito
                         y rompe el muro de la poesía


                         "Salvación", Alejandra Pizarnik.


Este proyecto nació con un objetivo en mente: obtener cuarenta traducciones del poema "Sólo un nombre" en el cuarenta aniversario de la muerte de su autora. Para lograrlo, necesitaríamos de traductores, hablantes nativos y amigos, quienes donaron su tiempo. Muchos de ellos no se dedican a la interpretación de manera profesional, pero, como acto de buena fe, todos dieron su nombre para respaldar su trabajo.

Otras traslaciones o comentarios podrían surgir de este dispositivo y esto solamente continuaría la dinámica original y demostraría, además, que el texto es un tejido vivo. En el mes del cuarenta aniversario de la partida física de Alejandra Pizarnik, nos complace celebrarla con su poesía; en específico, con este poema de su libro La última inocencia, publicado en 1956.

ESPAÑOL (Alejandra Pizarnik)
Sólo un nombre
alejandra alejandra
debajo estoy yo
alejandra


1.AFRIKÁANS (Alicia Isaacs)
Net 'n naam
alejandra alejandra
ek is onder
alejandra

2. ALEMÁN (Ricardo Bada)
Nur ein Name
alejandra alejandra
darunter bin ich
alejandra

3. ÁRABE (Carmen Ruiz)
مجرّد اسم
الكْسنْدرا .. الكْسنْدرا
ومن تحته أنا
الكْسنْدرا

4. BRIBRI (Alí García)
Kiè ë
alejandra alejandra
e’ tkĩ̀ ã ye’ tso’
alejandra

5. CATALÁN (Viviana Nieto)
Només un nom
alejandra alejandra
abaix estic jo
alejandra

6. CHICHEWA (Mason R. Hults)
Ndi dzina chabe
alejandra alejandra
mkati mwanga ndine
alejandra

7. CROATA (Dav)
Samo jedno ime
alejandra alejandra
ja sam ispod
alejandra

8. DANÉS (Marianne Rasmussen)
Kun et navn
alejandra alejandra
nedunder er jeg
alejandra

9. ESLOVENO (Lucía Ramallo)
Samo eno ime
alejandra alejandra
spodaj sem jaz
alejandra

10. ESPERANTO (Guido Hernández)
Nur unu nomo
alehandra alehandra
sube mi estas
alehandra

11. EUSKERA (Idoia Gillena)
Izen bat besterik ez
alejandra alejandra
azpian ni nago
alejandra

12. FINÉS (Heli Pessala)
Vain yksi nimi
alejandra alejandra
sen alla olen minä
alejandra

13. FRANCÉS (Manuel I. Morales)
Rien qu'un prénom
alejandra alejandra
je suis en dessous
alejandra

14. GALÉS (Brione)
Dim ond enw
alejandra alejandra
o dan rydw i yn
alejandra

15. GALLEGO (Daniel Otero)
Só un nome
alexandra alexandra
debaixo estou eu
alexandra

16. GRIEGO (Ángel García)
μóνo  τo  óνoμα
αλεξάνδρα  αλεξάνδρα
απoκατω  είμαι εγώ
αλεξάνδρα

Móno to ónoma
alejandra alejandra
apo kato eímai egó
alejandra

17. GUARANÍ (Ana Carmen Espinosa)
Peteî téra añónte
alejandra alejandra
iguýpe aime che
alejandra

18. HAUSA (Mason R. Hults)
Suna kadai
alejandra alejandra
ina kalkashin
alejandra

19. HEBREO (Luis D. Marín)
רק שם אחד
אלחנדרה אלחנדרה
מתחת אני
אלחנדרה

Rak shem ejád
alejandra alejandra
metaját aní
alejandra

20. HINDI (Javier Zamora)
सिर्फ एक नाम
आलेहान्द्रा आलेहान्द्रा
अन्दर मैं हूँ
आलेहान्द्रा

Sirf ek naam
alejandra alejandra
andar main hoon
alejandra

21. HÚNGARO (Iris Meléndez)
Csak egy név
alejandra alejandra
allat vagyok
alejandra

22. INGLÉS (Laura Solano)
Only a name
alexandra alexandra
underneath i am
alexandra

23. ITALIANO (Ricardo Bada)
Soltanto un nome
alejandra alejandra
sotto sono io
alejandra

24. JAPONÉS (Marlon Arce)
一つの名前だけ
アレハンドゥラ アレハンドゥラ
私は下にいる
アレハンドゥラ

Tada hitotsu no namae (Blanca Miosi)
alejandora alejandora
watashi wa shita ni iru
alejandora

25. KIMERU (Mason R. Hults)
Riitwa rionka
alejandra alejandra
ndi riungu rwa
alejandra

26. KINYARWANDA (Mason R. Hults)
Izina gusa
alejandra alejandra
hasi ndi
alejandra

27. KISWAHILI (Mason R. Hults)
Jina peke yake
alejandra alejandra
niko ciini
alejandra

28. LATÍN (Ángel García Ronda)
Solum modo nomen 
alejandra alejandra
subsum
alejandra

29. MANDARÍN (Manuel I. Morales)
《只以名之名》
雅丽山德拉,雅丽山德拉,
我在你名之下,
雅丽山德拉。

30. NEERLANDÉS (Ricardo Bada)
Slechts een naam
alejandra alejandra
daaronder ben ik
alejandra

31. NORUEGO (Marianne Rasmussen)
Bare ett navn
alejandra alejandra
under er jeg
alejandra

32. POLACO (Blanca Miosi)
Tylko jedno nazwisko  
alejandra alejandra
jestem pod                      
alejandra

33. PORTUGUÉS (Ricardo Bada)
Apenas um nome
alejandra alejandra
debaixo só eu
alejandra

34. RUSO (Maria Dyukova)
Только одно имя
Александра Александра
Ниже нахожусь я
Александра

Tol'ko odno imya
alexandra alexandra
nizhe nahozhus' ya
alexandra

35. SERBIO (Snezana Stanojevic)
Samo jedno ime
alehandra alehandra
ispod sam ja
alehandra

36. SUECO (Marianne Rasmussen)
Bara ett namn
alejandra alejandra
nedan är jag    
alejandra

37. TSWANA (Sibongile Mashinini)
Leina fela
alejandra alejandra
ke ka fo tlase ga
alejandra

38. TURCO (Fuad Alican)
Yalnızca bir isim
alejandra alejandra
altında ben varım
alejandra

39. XHOSA (Sibongile Mashinini)
UAlejandra alejandra ligama lodwa, ndingaphantsi koalejandra

40. ZAZAKI (Hassan Yildiz)
Teyna ju nameo
alejandra alejandra
bine lingane tode ez esta
alejandra

***


Alejandra Pizarnik, pequeño acercamiento biográfico

Flora Alejandra Pizarnik nació el 29 de abril de 1936 en Avellaneda, Buenos Aires. Fue la segunda hija de un matrimonio judío de inmigrantes de Europa Oriental. Publicó su primer libro de poemas, La tierra más ajena, cuando contaba apenas con 19 años. Antes de cumplir los 23 años, tenía dos publicaciones más: La última inocencia y Las aventuras perdidas.

En la década de los sesenta, vivió una temporada en París, donde comenzó una amistad profunda con grandes figuras literarias, como Julio Cortázar y Octavio Paz. Asimismo, desarrolló otra de sus pasiones: la traducción. Ella tradujo, entre otros, a Paul Eluard, André Bretón, Antonin Artaud, Henry Michaux, Aimé Césaire e Yves Bonnefoy. Durante su estancia en Francia, Árbol de Diana, su cuarto poemario, circuló por las calles porteñas.

De regreso a su país natal, publicó el resto de sus libros: Los trabajos y las noches (Primer Premio Municipal de Poesía de Buenos Aires), Extracción de la piedra de locura, Nombres y Figuras (antología de poemas), El infierno musical, La condesa sangrienta (prosa basada en el libro Erzébet Báthory, la comtesse sanglante de Valentine Penrose) y Los pequeños cantos (antología). Expuso, además, algunas de sus acuarelas y pinturas en la galería de arte El Taller y ganó, gracias a su trabajo escritural, dos prestigiosas becas: la Guggenheim y la Fulbright.

Murió en Buenos Aires el 25 de setiembre de 1972 a los 36 años de edad. Sus restos mortales fueron sepultados, junto a los de su padre, en el cementerio judío de La Tablada.


***
Nota para citas: para citar este artículo recurra a la fuente principal: revista Fronterad. Cita: Solano, Laura. 2012. "'Sólo un nombre', cuarenta traducciones de un poema de Alejandra Pizarnik". En: revista Fronterad, semana del 21 al 26 de setiembre de 2012.

Nota para idiomas: cada lengua posee un enlace que dirige a la página del idioma en Wikipedia.


Donde el mal no bebe

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Cuando los niños secuestrados por el viento
adheridos a su cintura sembrada de melodías
estallan en vagidos amarillos
mi corazón quiere asesinar.

He viajado muchas vidas montada en el viento. 
Por eso canto sobre el ayer y el hoy
y mi voz tiene el hastío dulcísimo
de lo que aún no nació.

Recuerdo los sermones del viento
y sus lentos secretos robados a la bruja
-ella, la que ahora alimenta el fuego maldito
con mis cabellos-.
Recuerdo cuando el tren con alas se detuvo
y yo debí descender
y llorar en medio de multitudes.

Nostalgia del viento,
del candor, de la melodía.
Anhelo de volver
y de volver a ser.

No consuelos,
no cantos a los fantasmas,
no algodones rosados en las venas,
sino la lenta ternura lunar
y también el último beso
del viento.


***
Texto: poema publicado en revista Serpentina (Buenos Aires, 1957) y tomado del blog Alejandra Pizarnik: pública y secreta.
Imagen:Autorretrato en el albergue del caballo de Alba de Leonora Carrington.

Diario: Increíble cómo necesito de la gente para saberme yo...

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28 de julio [1962]

Increíble cómo necesito de la gente para saberme yo.

Pero hay una manera de sentir el tiempo que odio con todas mis fuerzas porque en esos instantes u horas me odio a mí y a los demás y a todo. Después de una sesión de "tiempo odiado" apenas logro reponerme. Regreso como una enferma y tengo miedo de mi fragilidad como una enferma. Así hoy, después de cuatro horas en el Departamento de Policía donde estuve parada, esperando, con un ensayo sobre "arte revolucionario o arte imaginario", que leí como una esquimal, sin reconocer el sentido de las palabras. Luego tomé un taxi y cuando pasé por la plaza muy bella casi lloro porque sentí que también había entrado en el engranaje absurdo del trabajo y de los papeles y que me habían robado mi tiempo. Porque después de todo mi tiempo es mío y yo debiera ser dueña de gastarlo y malgastarlo según mis ganas. Quiero decir: me pasé la mañana buscando papeles justificativos para que me dejen robarme el tiempo en paz. La verdad: trabajar para vivir es más idiota que vivir. Me pregunto quién inventó la expresión "ganarse la vida" como sinónimo de "trabajar". En dónde está ese idiota.



***
Imagen: "Elementary school" de Alfred Eisenstaedt.
Texto: fragmento de la entrada del día 28 de julio de 1962, tomada de Diarios (Lumen).

Al poeta nicaraguense Francisco Valle; exhortándolo a no escribir su correspondiente elegía a Alejandra Pizarnik

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I
No es indispensable, poeta, que la escriba.

Su elegía.
No va a ayudarla a morir con eso.
No va a enterrarla más.
Si acaso a medio desenterrarla. Un pie
sólo entre terrones de humus en el Museo de Cera.

Deje que escriban otros su obituario.
Un redactor de la revista Gente dice:
"gozó de la amistad de Octavio Paz y Julio Cortázar".
Seguramente ellos –y otros
menos célebres pero considerables,
que también fueron sus amigos, escribirán.

Y los que no lo fueron ni cruzaron palabra con ella,
pero dirán, ahora que no puede desmentirlos: Ah, sí,
Alejandra, Sacha, siempre sin un real, "fauchee".
Cuantas veces nos encontramos se sentó a mi mesa
y le invité a tostadas y té verde.


II
Tendría que encontrar primero un buen epígrafe.
Luego, ¿qué género emplearía?
El coloquial: Cuando enlazados
bajo un solo abrigo, el tuyo, los pies helados,
volvíamos a la pensión desde la plaza de Saint
Germain a la rue de  l’Ambre… o: Subías hacia mi
ágilmente los peldaños del Metro, sin aliento,
porque se hacía tarde y nos perdíamos de ver
"L’ Age d’Or…"?


III
No vale la pena.
Como los intimistas malolientes, traperos
de poemas hediondos a ropa sucia, cuando hay
que revolverla toda hurgando
para buscar en un bolsillo algo extraviado?
Nunca.
Las sábanas de los suicidas están siempre limpias.
Se duchan antes del acto. Una ducha corta y enérgica.

Yo sé algo de ellos.
Seres que invocan el silencio y ruido reciben
en respuesta.
Y los más allegados, los primeros en hacer más ruido.
¿Qué podría decirnos de esta muchacha, apenas humana
para lo demasiado demasiado humana que ella quería ser?
¿Qué va usted a decirle a quien quiso entrar en el silencio?


IV
Poeta, he venido a exhortarle induciéndole
con palabras y ruegos a no escribir ninguna elegía
por su amiga Alejandra Pizarnik.
Le expuse mis razones.

Ahora, con su permiso, me retiro.

***

Imagen: foto de Alejandra Pizarnik. Tomada de Librería del Centro. 
Texto: poema de Carlos Martínez Rivas (1924- 1998).

dice que no sabe del miedo de la muerte del amor...

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20
                   a Laure Bataillon

dice que no sabe del miedo de la muerte del amor
dice que tiene miedo de la muerte del amor
dice que el amor es muerte es miedo
dice que la muerte es miedo es amor
dice que no sabe



***
Imagen: fotografía de Sylvia Plath tomada de Rai.
Texto: tomado del poemario Árbol de Diana. El poema está dedicado a Laure Bataillon, traductora francesa y amiga de Alejandra Pizarnik.

Esperando a Alejandra

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Hay que armarse de temeridad y paciencia para valorar críticamente la obra o la vida de Alejandra Pizarnik (1936-1972). Temeridad: estamos ante una escritura obsesiva, en la que una serie de figuras y motivos recurrentes son sometidos a un intenso bombardeo, como una muestra de uranio bombardeada con neutrones lentos.

El resultado es uno de los experimentos de fisión poética más poderosos llevados a cabo en el siglo XX. Infancia idealizada y violada, inefabilidad del lenguaje, encarnación de la vida en el verbo, la sexualidad como pompa degradada del lenguaje, la muerte como acechanza y añoranza, la fantasía y sus trampas letales, la imaginación y sus promesas incumplidas.

Estas son algunas de las pepitas de material radioactivo que se desprenden del experimento Pizarnik. Perder de vista los elementos de partida o las violentas reacciones a que son llevados es exponerse a “contaminarse”, es decir, a prodigar glosas en cadena a su vez cuajadas de élans más o menos tanáticos o eróticos.

Una abrumadora mayoría de comentarios inspirados en esta obra lleva la huella de la fisión pizarnikiana. Como del cuerpo de algunos monstruos mitológicos, de este corpus crítico brotan varias cabezas, de las que dos sobresalen: la que afirma la naturaleza “maldita” de la vida y obra de la poeta, y la que proclama la radicalidad de una escritura que aspira a la casi mística transmutación de la vida en lenguaje. Todas apuntan hacia un mismo horizonte: la mitificación de Pizarnik.

Paciencia también es preciso tener para separar, en la madeja de la recepción de la obra, los hilos de la autenticidad de los alambres de la idealización. Con Pizarnik sucede –sigue sucediendo– lo que durante largo tiempo sucedió con Arthur Rimbaud, figuras ambas envueltas en la bruma metaforizante de la genialidad precoz y el suicidio real o figurado, y en las que ha encarnado el mito romántico de la eterna juventud maldita del poeta vidente.

Con la obra sucede otro tanto. Es cierto que la de Pizarnik no ha tenido (¿aún?) el honor de verse enriquecida con la edición de algún falso original, como sucedió con la de Rimbaud al publicarse La Chasse spirituelle.

Pero otras peripecias póstumas han marcado la obra de la poeta argentina y alentado una suerte de suspense cabalístico: todo ha sido publicado, pero... ¿y los Diarios? ¿Acaso no faltan los Diarios?

Pues bien, ha llegado el tan esperado y temido momento de su publicación. Esperado por quienes sufrían pensando en la irreparable mutilación para el sentido de la obra que suponía esta ausencia; temido por quienes se niegan a considerar la de Pizarnik como una obra más, forzosamente clausurada. Pero seamos optimistas: tras la publicación de los Diarios se abrirá sin duda otro compás de espera y temor, hasta que se editen los cuadernos de notas o la obra pictórica o la correspondencia completa... Al infinito.

No estará de más, para evitar los efectos de las radiaciones sobre las margaritas de la luna, poner un poco los pies en la tierra y recordar dos o tres cosas de la vida de Alejandra Pizarnik, nacida el 29 de abril de 1936 en Avellaneda, provincia de Buenos Aires, y hallada muerta de una sobredosis de Seconal, el 25 de septiembre de 1972, en su apartamento porteño de la calle Montevideo.

Flora Alejandra Pizarnik, fue la segunda hija de un matrimonio de judíos llegados a Argentina dos años antes del nacimiento de ella, originarios de Rovne, ciudad que fue polaca y hoy es ucraniana.

El apellido de su padre era Pozarnik, y si se transformó en Pizarnik al poner los pies en Argentina, en ello nada hay de extraordinario: los funcionarios de inmigración de este país registraban lo que buenamente entendían. Otro tanto sucedió con el nombre de la madre de Alejandra, que de llamarse Rejzla Bromiker pasó a llamarse Rosa.

Las dos familias, Pozarnik y Bromiker, con la excepción de un hermano del padre de Pizarnik, instalado en París y de una hermana de la madre también emigrada a Argentina, fueron exterminadas por los nazis.

Al llegar a Argentina, el padre y la madre de Pizarnik tenían 27 y 26 años, respectivamente, y no hablaban una palabra de castellano. Durante su infancia y la de su hermana Myriam, nacida veinte meses antes que ella, Alejandra oía a sus padres hablar yiddish en casa, y aunque algunos biógrafos afirman que ninguna de las dos hijas aprendió esta lengua, no cabe duda de que el “oído” de Alejandra se formó en buena medida al contacto con ella.

César Aira sostiene que los orígenes judíos influyeron poco o nada en Pizarnik. No pocas ni poco sustanciosas entradas del Diario (he contado hasta catorce, sólo en un periodo que va de 1955 a 1971), cargadas de ambigüedad como casi todo lo que de sí misma consignaba la poeta, deberían servir por lo menos para matizar este juicio. Sin mencionar la veta humorística y escatológica en la que no es descabellado ver la huella de una tradición oral muy característica de las formas populares de transmisión cultural del shtetl.

Con 19 años, cuando aún era Flora Alejandra, Pizarnik publicó su primer libro de poesía, La tierra más ajena (1955). Hacía un año que había iniciado estudios en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires.

Este libro lleva en epígrafe una cita de Rimbaud, que empieza: “¡Ah! El infinito egoísmo de la adolescencia...”. Asunto aparentemente anecdótico, en realidad fundamental: la adolescencia de Pizarnik, y no sólo cuando publica su primer libro, sino su eterna adolescencia, preservada por ella misma con sangre, sudor y lágrimas hasta el día de su muerte.

No tardó en abandonar los estudios universitarios, y durante un tiempo estudió pintura con Juan Batlle-Planas. Los dibujos y pinturas de Pizarnik son sorprendentes; algunos delatan su admiración por Paul Klee (Las aventuras perdidas, su tercer libro de poemas –de 1958–, lleva como ilustración un cuadro de Klee), su pintor favorito junto con el Bosco, en una de cuyas más conocidas obras se inspiró para La extracción de la piedra de locura.

En 1956 publicó su segundo poemario, La última inocencia, dedicado a León Ostrov, su psicoanalista y –cómo no– amor platónico durante años. En esta época Pizarnik inició una vida social y literaria muy intensa. De hecho, siempre tuvo una vida intensamente social (y sexual), con excepción del último año y medio de su vida, cuando se produce el tan esperado y temido derrumbe psíquico.

En estos primeros años de actividad literaria frecuentaba a los poetas Rubén Vela, Raúl Gustavo Aguirre y Clara Silva, y también inició su amistad con Olga Orozco, que habría de perdurar. Pizarnik, que ya era una lectora desordenada y voraz, constituye su panteón literario, dominado por Rimbaud, Trakl y Artaud, y visitado por Virginia Woolf, Katherine Mansfield y Marcel Proust.

También son años de fracasos amorosos, marcados por la desaparición de Jorge Gaitán Durán, por quien concibió una pasión que se prolongó más allá de la muerte del poeta colombiano.

La etapa creativa y vital más importante de Pizarnik coincide con su estancia en París, de 1960 a 1964. A pesar de auténticas penurias económicas y frecuentes brotes depresivos, trabajó para Cuadernos del Congreso por la Libertad de la Cultura, fue miembro del comité de colaboradores extranjeros de Les Lettres Nouvelles, asistió a clases en la Sorbona y frecuentó a escritores franceses (Yves Bonnefoy, André Pieyre de Mandiargues, Henri Michaux) e hispanoamericanos, como Octavio Paz y Julio Cortázar. A éste y a Aurora Bernárdez la unió mucho más que una amistad literaria, casi una relación de proximidad familiar.

De este periodo son los extraordinarios poemas de Árbol de Diana (1962), publicado con prólogo de Paz, y el inicio de su colaboración en prestigiosas revistas literarias (Nouvelle Revue Française, Mito, Zona Franca, Papeles de Son Armadans). París fue su “patria secreta”, y en esta ciudad ingresaron en su panteón por la puerta grande Kafka, Kierkegaard, Lautréamont, Nerval, Reverdy, Cervantes. Y Dostoievsky, el escritor a quien más hondamente sintió próximo.

De vuelta a Buenos Aires publicó Los trabajos y las noches (1965), con el que obtuvo el Primer Premio Municipal y el Premio Fondo Nacional de las Artes. A contracorriente de la leyenda maldita de la poeta sumida en las ansias de la muerte y los tormentos de la soledad, la verdad es que, además de acceder a una intensa vida social, Pizarnik fue una poeta aplaudida, querida, aun idolatrada, que recibió el reconocimiento institucional al que muchos poetas argentinos de su generación aspiraban, y si bien es cierto que nunca vivió holgadamente, llegó a recibir sendas becas Guggenheim y Fulbright.

Ese año también es el de su único texto extenso en prosa, La condesa sangrienta, recogido en volumen en 1971. Extracción de la piedra de locura (1968) –con poemas escritos entre 1962 y 1966– y El infierno musical (1971) concluyen la obra publicada en vida.

En los dos últimos años exploró su vertiente más salaz, obscena y grotesca. Hasta enero de 1972, durante cinco meses estuvo internada en un psiquiátrico. Acabó viviendo plenamente de noche, bebiendo té e ingiriendo grandes dosis de psicotrópicos. Una de estas ingestas le fue fatal.

La publicación de los Diarios de Pizarnik, ¿qué agrega a la comprensión de su obra y del “personaje alejandrino”? Es difícil decirlo, ya que estamos ante una edición censurada.

El prolongado proyecto editorial que ahora llega a término ha estado en todo momento sometido a las condiciones impuestas por Myriam Pizarnik, derechohabiente de la obra de su hermana, notablemente la de que se hiciera una selección de fragmentos de contenido estrictamente literario en los que se evitaran las referencias a la vida privada de Pizarnik y de las personas mencionadas.

Ahora bien, ¿cómo segregar en un Diario lo personal y privado de lo público (o publicable) y literario? La selección de un corpus diarístico puede hacerse, claro está –un ejemplo célebre es A writer"s diary, la versión expurgada del Diario de Virginia Woolf editada por su marido en 1953–, pero a condición de explicar los criterios de selección con claridad meridiana.

El mismo Leonard Woolf incluía en su prólogo, junto con las razones para dar una primera versión censurada, una crítica razonada de este método de edición.

Transformar en criterios editoriales las prevenciones de terceras personas, impuestas bajo la amenaza de sanciones legales, es lo bastante grave. La afirmación de que los Diarios que ahora se publican no son un “relato de vida” sino un “diario literario”, aun una obra que posee el mismo valor que los poemas y prosas de Pizarnik, además de ser una racionalización de la señalada censura previa, es una tergiversación que la lectura de los textos seleccionados desmiente en más de un lugar.

Por sólo citar uno de ellos:

“Puede ser también, que, dada mi escasa facilidad de expresión oral, apele al papel para no atragantarme, para escupir el fuego de mis angustias. Por eso, quizá, amo tanto estos cuadernillos de quejas, cuyo valor es exclusivamente psicológico, pero nunca literario” (página 65).

¿Y qué necesidad hay de afirmar categóricamente que Pizarnik es “la primera escritora latinoamericana que escribe un diario concibiéndolo como parte de su proyecto de obra literaria”?

Aparte de que resultaría difícil citar ejemplos de escritores que escriban un diario divorciado de su “proyecto de obra literaria”, la afirmación no pasa de ser una petición de principio que se sostiene, únicamente, si reducimos su aplicación al género femenino. ¿O es que Julio Ramón Ribeyro no era escritor y además latinoamericano?

En otro plano, el del establecimiento del texto y el aparato de notas, la presente edición se rige por criterios de difícil comprensión. Así, se ofrecen en el texto las siglas onomásticas, pero rara vez se aclaran en nota. Esto hace que las escasas notas referenciales (Arturo Cuadrado, Olga Orozco, Cristina Campo, Alberto Manguel) parezcan meramente caprichosas. El lector se ve confrontado en no pocas entradas, sobre todo en los años 1969-1971, a una verdadera sopa de letras.

Es cuando menos una falta de consideración infligirle al lector no argentino y ajeno al microcosmos de las letras de este país tan cansino juego de adivinanzas. A. M. B. puede ser Ana María Barrenechea; E. P., Enrique Pezzoni; S. O., Silvina Ocampo; I. B., Ivonne Bordelois. Pero, como diría afrancesadamente Pizarnik, ¿“qui sait”? ¿Quiénes son J. y E. en Buenos Aires en 1958; T., Z., F., G. en París en 1961, y en 1963, Y., Q., M. L., A. D., M. J., A. P. de M. (seguramente André Pieyre de Mandiargues, pero ¿no se merece, tanto como Manguel o Campo, una humilde nota?)?

Lo mismo puede decirse de los lugares donde vivió o los trabajos que realizó en París para mantenerse, además de las menciones en el texto a obras de Pizarnik, todos ellos sin referenciar. ¿Qué cuesta, por ejemplo, decirle al lector (página 419) que Fragmentos para dominar el silencio es uno de los poemas de Extracción de la piedra de locura? Máxime tratándose de uno de los poemas capitales del último periodo, importancia que se refleja en que Pizarnik anote el día en que “cree” haberlo finalizado.

¿Que el lector puede leer esta selección de los Diarios y leerla con deleite (y también con una permanente sensación de “déjà lu”)? Sin duda. Quien conozca la obra de Pizarnik hallará en estas páginas muchas de las obsesiones y modismos de la escritora, desde su humor gnómico hasta espléndidos elogios de la lectura, con la sombra de la muerte y la soledad y el silencio y el valiente esfuerzo de la poeta por avanzar en el dominio de sus herramientas, aun a riesgo de poner en peligro su equilibrio psíquico.

Destaco el corrosivo humor paródico que la lleva, en una mezcla de autocompasión y autocrítica, a incluir en una larga anotación de julio de 1955 el siguiente “diagnóstico”: “De pronto me admiro de todo lo que hice. De mis papeles. Algún día van a estar en el museo (de algún Instituto Psiquiátrico). A su lado habrá un cartel: Poemas de una enferma de diecinueve años. Imposibilidad de razonar. Nunca meditó. Jamás reflexionó. Ninguna vez pensó. Parece ser que es sensible. Propensión a considerarse genial. Agresiva. Acomplejada. Viciosa. No muerde”.

No, Alejandra. A pesar de que tus Diarios hayan visto la luz respetando un riguroso protocolo digno de la mejor institución psiquiátrica, los originales están hoy depositados no en un hospital, sino en la biblioteca de una liberal universidad estadounidense. Cabe esperar que alguien menos respetuoso de los tabúes familiares y nacionales que tanto contribuyeron a enfermarte logre editarlos en su integralidad y con el debido respeto al lector.


***
Texto: artículo por Ana Nuño, publicado en La vanguardia en su edición del miércoles 31 de diciembre de 2003. Tomado del blog Alejandra Pizarnik: pública y secreta.
Imagen: fotografía del libro Poesía completa (editorial Lumen) hallada en Internet.

The understanding

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Let us begin by saying thet Shadow had died. Did Shadow know that Shadow had died? Undoubtedly. Shadow and she were associates for years. Shadow was her only executrix, her only friend and the only one who dresses in mourning for Shadow. Shadow was not so terribly bereaved by the sad event and the day of the burial she celebrated it with a banquet.

Shadow didn't erase the name of Shadow. The firm was known under the trade name "Shadow and Shadow." Sometimes the new clients called Shadow Shadow; but Shadow answered to both names, as if she, Shadow, were in effect Shadow, who had died.



***
Texto: traducción del poema "El entendimiento". La traducción pertenece al libro Alejandra Pizarnik, a profile de Frank Graziano.
Imagen: fotografía "memento mori" tomada del blog Memento Mori, remember that you are mortal.

Los malditos: Alejandra Pizarnik (fragmento Bordelois)

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[...] Las primeras semanas [en París] las pasó en casa de sus tíos, pero aguantó muy poco y alquiló una pequeña habitación frente a la iglesia de St. Sulpice. En ese barrio, en un pequeño restaurant, conoció a Ivonne Bordelois, que cuenta:

—Nos presentó mi tía. Alejandra se vino con todo, camionera, puteando. Se imaginaba que iba a encontrar a una niñita acartonada porque yo era de una familia francesa. Y a mí me causaba gracia porque había en ella un esfuerzo demasiado intenso, algo infantil, en tratar de chocarme. Pero cuando empezamos a hablar de literatura, entendí que ella sabía. Era menor que yo y sabía más que yo. Me di cuenta de que no debía dejarla pasar.

Ivonne empezó a alternar sus clases en La Sorbone con visitas al departamento de la rue de St. Sulpice.

—Alejandra destruyó su departamentito desde todo punto de vista, nunca limpió nada, era un caos de papeles, hacía frío. Era maravisollo escucharla hablar de poesía esas tardes y esas noches: decía cosas que yo no había escuchado antes, que ciertamente jamás había escuchado en la academia. Era agudísima en sus juicios. Tenía un humor increíble, negro, judío, delirante. Tampoco había conocido a nadie capaz de hacer lo que ella hacía con el castellano: la sonoridad que le encontró a la lengua es única. Yo creo que Alejandra es la Rimbaud del español: llevó el lenguaje a lugares donde nadie más llegó. Con una diferencia: fue más valiente que Rimbaud. Él abandonó la poesía, mientras que Alejandra luchó con el lenguaje hasta el final, puso el cuerpo. Era fascinante. Todos los que la conocían quedaban fascinados.

[...] Sus amigos recuerdan mucho más su humor que su desdicha.

—Yo lamento que haya trascendido con el halo trágico. Suicidarse se suicida mucha gente: ella era distinta, era una visionaria. Su humor tenía cantidad de matices y hacía cosas preciosas cuando conversaba —dice Ivonne Bordelois.

[...]

***
Texto: tomado del libro Los malditos de la editora Leila Guerriero, Ediciones Universidad Diego Portales. La biografía sobre Alejandra Pizarnik pertenece a Mariana Enríquez.
Imagen: tomada del documental Memoria iluminada del canal Encuentro e ilustrada con una frase de Ivonne Bordelois.


Los Pizarnik y Hitler

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Habla Myriam Pizarnik de Nesis, hermana de Alejandra:

"Mi mamá fue la que cerró las puertas de su casa, ahí en Rovne. Fue la última en venir. Primero, pasaron por Francia. Mi padre tenía dos hermanos en parís. Y luego vinieron hacia la Argentina. Mi madre fue una persona más bien triste, porque recordaba su infancia, su adolescencia, su juventud. Qué bueno, que tenía amigos, que andaban en bicicleta; también iban a bailar. Cuando se congelaban los lagos, se patinaba. En el hospital Fiorito, de Avellaneda, tanto yo como Alejandra nacimos ahí. La vida de mis padres fue una lucha: sin idioma, sin trabajo. Cuando comenzó Alejandra, a los cuatro años, el colegio ídish, era ya una escuela llamada progresista.

Fue muy triste, porque si yo tenía cinco años y me enteraba de que Hitler estaba invadiendo así diversos países. Yo hasta tenía tal temor que pensaba que podía venir acá y me tapaba la cabeza por el temor de que eso siguiera avanzando. Y era una criatura de cinco años. Había ratos que uno se distraía. Se jugaba a las estatuas con prendas; después a la rayuela. Lo peor del día era cuando mi padre recibía todas las tardes el periódico enterándose de lo que sucedía en Europa. Cada vez recibíamos menos cartas de la familia. Fueron unos años muy duros, muy difíciles. A mi abuelo lo habían llevado a hacer caminos, construir caminos, y a mi abuela y a mis tías, ellas estuvieron en campos de concentración. […] Mis tíos de Francia sí pudieron salvarse, escondiéndose en las campiñas". 





***
Texto: transcripción del documental “Memoria iluminada” de Virna Molina y Ernesto Ardito.
Imágenes: tomadas del documental "Memoria Iluminada" y del blog Hablo de mí.
En las fotografías, Alejandra es la niña de cabello oscuro y su hermana Myriam, la rubia.

El miedo

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En el eco de mis muertes
aún hay miedo.
¿Sabes tu del miedo?
Sé del miedo cuando digo mi nombre.
Es el miedo,
el miedo con sombrero negro
escondiendo ratas en mi sangre,
o el miedo con labios muertos
bebiendo mis deseos.
Sí. En el eco de mis muertes
aún hay miedo.


***
Texto: Las aventuras perdidas (1958).
Imagen: "Jardín o tiempo" del libro El eco de mis muerte de Santiago Caruso.

Invocaciones

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Insiste en tu abrazo,
redobla tu furia,
crea un espacio de injurias
entre yo y el espejo,
crea un canto de leprosa
entre yo y la que me creo.


***
Texto:Los trabajos y las noches (1965).
Imagen:Nicoletta Ceccoli.

8 preguntas a escritoras, actrices, mujeres de ciencia, de las artes, del trabajo social y del periodismo*

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1. ¿Cree que la mujer, en todos los planos, ha de tener los mismos derechos que el varón?

La mujer no ha tenido nunca los mismos derechos que el hombre. Debe llegar a tenerlos. No lo digo solamente yo. Rimbaud también lo dijo "Quand sera brisé l'infini servage de la femme, quand elle vivra pour elle et par elle, l'homme -jusqu'ici abominable-, lui ayant donné son renvoi, elle sera poète, elle aussi! La femme trouvera de l' inconnu. Ses modes d'idées différeront-ils des nôtres?- Elle trouvera des choses étranges, insondables, repoussantes, délicieuses; nous les prendons, nous les comprendrons." [Carta de Rimbaud a Paul Demeny (Chaleville, 15/V/1871).]

Inútil agregar que las exaltadas palabras del poeta conforman un razonamiento utópico. Es que nada temen tanto, mujeres u hombres, como los cambios.

2. ¿Cree que la sociedad actual necesita una reforma y que redundará en beneficios de la mujer?

No creo que la sociedad actual necesite una reforma. Creo que necesita un cambio radical, y es en ese sentido que pueden redundar beneficios para la mujer.

3. ¿Cree necesaria la educación sexual?

Por cierto, puesto que lo sexual es arduo.

4. Por el hecho de ser mujer, ¿ha encontrado impedimentos en su carrera? ¿Ha tenido que luchar? ¿Contra qué y contra quién?

La poesía no es una carrera; es un destino.

Aunque ser mujer no me impide escribir, creo que vale la pena partir de una lucidez exasperada. De este modo, afirmo que haber nacido mujer es una desgracia, como lo es ser judío, ser pobre, ser negro, ser homosexual, ser poeta, ser argentino, etc. Claro es que lo importante es aquello que hacemos con nuestras desgracias.

5. ¿Cree que las leyes que rigen el control de natalidad y el aborto deben estar en manos de la Iglesia y de los hombres que gobiernan o bien en el de las mujeres que, a pesar de ser las protagonistas del problema, no han tenido ni voz ni voto en algo que les concierne vitalmente?


Esta pregunta hace referencia a un estado de cosas absurdo. Cada uno es dueño de su propio cuerpo, cada uno lo controla como quiere y como puede. Es el demonio de las bajas prohibiciones quien, amparándose en mentiras "morales", ha puesto en manos gubernamentales o eclesiásticas las leyes que rigen el aborto. Esas leyes son inmorales, dueñas de una crueldad inaudita. Cabe agregar, a modo de ilustración, la sugerencia de Freud de que aquel que inventara el anticonceptivo perfecto o infalible sería tan importante para la humanidad como Jesucristo.

6. ¿Es partidaria del divorcio?

¿Acaso es posible no serlo?

7. ¿Dónde cree que está el problema más urgente de la mujer?

Los conflictos de la mujer no residen en un solo problema posible de señalar. En este caso, y en otros, la consigna sigue siendo: "Changer la vie".

8. ¿Está usted enterada de la lucha de la mujer por sus derechos en los siglos XIX y XX? ¿Sabe cuáles fueron los primeros en reconocerlos y hasta qué límites?


Ignoro estos temas.


*Reportaje a mujeres trabajadoras e intelectuales argentinas realizado por la revista Sur y publicado en el núm. 326 de septiembre de 1970-junio 1971. Las respuestas de Alejandra Pizarnik figuran en las páginas 327 a 328.



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Texto: tomado de Alejandra Pizarnik. Prosa Completa (Lumen).
Imagen: fotografía tomada de documental Memoria iluminada (se le agregó una cita de esta entrevista a la imagen).

La noche, el poema

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Alguien ha encontrado su verdadera voz y la prueba en el mediodía de los muertos. Amigo del color de las cenizas. Nada más intenso que el terror de perder la identidad. Este recinto lleno de mis poemas atestigua que la niña abandonada en una casa en ruinas soy yo.

Escribo con la ceguera desalmada con que los niños arrojan piedras a una loca como si fuese un mirlo. En realidad no escribo: abro brecha para que hasta mí llegue, al crepúsculo, el mensaje de un muerto.

Y este oficio de escribir. Veo por espejo, en oscuridad. Presiento un lugar que nadie más que yo conoce. Canto de las distancias, escucho voces de pájaros pintados sobre árboles adornados como iglesias.

Mi desnudez te daba luz como una lámpara. Pulsabas mi cuerpo para que no hiciera el gran frío de la noche, lo negro.

Mis palabras exigen silencio y espacios abandonados.

Hay palabras con manos; apenas escritas, me buscan el corazón. Hay palabras condenadas como lilas en la tormenta. Hay palabras parecidas a ciertos muertos, si bien prefiero, entre todas, aquellas que evocan la muñeca de una niña desdichada.

                                   23/XI/69



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Texto:Alejandra Pizarnik. Poesía completa (Lumen).
Imágenes: fotografías "House 3, Providence, 1975-76" y "From Space 2, Providence, 1975-76" de Francesca Woodman. Las imágenes fueron tomadas del blog Hesitation Waltz Art Blog.
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